Mamá de varones

Me enteré que mis tres hijos iban a ser varones a las 12 semanas de embarazo cuando me hicieron el examen de la traslucencia nucal. Si les digo que en las 3 ecografías lloré de emoción van a decir “Ahhh, qué tierna”, pero si les confieso que otro poco lloré porque quería una nena van a decir “Ohh, ¡qué turra!”. Para que no piensen tan mal de mi tengo que contarles un poco de mi historia. Soy la más chica de tres hermanas, mi mamá es la mayor de tres hermanas, mis abuelas son lo más pilas que existe. No tengo recuerdos de mis abuelos porque uno falleció cuando tenía dos años y al otro no lo llegué a conocer. Nuestra familia tiene una impronta femenina muy fuerte, y es por eso que siempre tuve el deseo de tener una hija. Cuando salíamos de las ecografías, mi marido me miraba como si estuviera loca. Yo le decía “Vos no lo entendés porque ya tenemos un varón (o dos o tres) para jugar al fútbol o al tenis. ¿Te imaginás con una hija, bailando con ella la coreo de “Soy Luna?”. No me decía nada; un poco creo que porque uno siempre le tiene miedo a lo desconocido, y otro poco porque realmente sabía que un poco de razón tenía. Al día siguiente de enterarme que iba a tener un hijo varón, se me pasaba la mufa, y sólo sentía esa felicidad que trae una nueva vida. La incertidumbre acerca de cómo conectarme con mis tres hijos varones la tengo todos los días, sobre todo con mi hijo más grande. En estos nueve años que llevamos juntos como mamá-hijo aprendí a jugar al FIFA en la Play (aunque soy un desastre y me hace sentir de 85 años cuando me gana 5-0), a enseñarle a leer con el Olé y a buscar tradiciones que sean sólo nuestras. En primer grado empezamos a leer juntos Harry Potter y a ver su peli correspondiente una vez que lo terminábamos. Hoy vamos por la mitad del sexto libro y me cuesta imaginar qué vamos a tener que sea sólo nuestro una vez terminada esa saga. Esta mamá muggle trata de no pensar a futuro; hoy agradezco que la banda de sonido de mi casa sean los pelotazos, las corridas por el pasillo y la risa de los 3 cuando uno se tira un 💨 o un provechito (vieron qué elegante estuve, ¿no?). ¡Larga vida a la escatología!