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Soy Mamá

  • Anto
  • 13 oct 2017
  • 2 Min. de lectura

A pesar que les prometí no contribuir a llenarles su feed de mensajes del día de la madre, me arrepentí, soy #gataflora. Ser mamá cambió mi vida. Me doy cuenta que he cambiado un poco con la llegada de cada uno de mis hijos. El test de embarazo de mi primer hijo lo hicimos juntos con mi marido, muy ansiosos y esperanzados. Obvio que guardamos ese palito meado (en la mudanza a Argentina decidimos dejarlo en Philadelphia) y nos sacamos la típica foto con el palito en la mano. El test de mi segundo hijo lo hice con mi hijo #1 de 1 año y 10 meses metido adentro del baño conmigo mientras yo hacía pis. Cuando vi las dos rayitas llamé a mi marido para contarle, el palito fue a la basura y el abrazo nos lo dimos a la noche cuando llegó del trabajo. El test de mi tercer hijo lo hice sola en el baño, vi el ➕, le saqué una foto y se la mandé a mi marido por mensaje de texto sin decirle nada más. 🙈 Las estadías en el hospital son otro ejemplo claro de como una ha ido cambiando. Con mi hijo #1 me tocó compartir la habitación y no permitían que se quedara otra persona, así que mi debut como mamá fue en soledad. La verdad es que no fue una experiencia muy feliz; después de un embarazo y un parto hermoso haber pasado sola las primeras dos noches de mi gordo fueron difíciles. Cuando mi hijo #2 nació le pedí a mi mamá que se quede conmigo porque nuestra prioridad era que mi hijo #1 mantenga la mayor sensación de normalidad posible, entonces preferimos que mi marido se quede en casa con él. Fue tal lo que roncó mi mamá esa primera noche, que después de no haber dormido nada, le agradecí y pasé la segunda noche sola con mi bichito. Y con mi hijo #3 directamente no invité a nadie a que me acompañe y a las 36 hrs ya estaba de nuevo en casa lista para enfrentar el desafío de ser mamá de 3. Pienso que nuestro instinto es una de las dos armas más poderosas que tenemos las mamás; cada experiencia, buena o mala, nos hace mejores mamás porque de todo se aprende y todo nos hace crecer. Y nuestra otra arma es el amor. Más allá de que me queje que no duermo, que no me dan bola cuando les pido las cosas, que uno ya se avergüenza de mi frente a sus amigos😡, que las negociaciones, las peleas y los berrinches son inagotables, también es el amor que siento por mi tres chufis. En estos 9 años aprendí que aunque haya noches -muchas- en que me voy a dormir angustiada, agotada y sin un gramo extra de paciencia; me levanto todos los días agradecida y honrada que de todas las personas del mundo, haya sido yo la que ellos eligieron para llamar “Mamá”. ¡Feliz día a todas las Mamuchas!


 
 
 

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