Mi hijo y Harry Potter

Esta es una cuenta bastante autorreferencial. Siempre me gustó escribir y aunque este espacio empezó siendo sólo un lugar en el que mostraba lo que hacía, con los años devino en uno al que se le sumó la posibilidad de contar experiencias, cosas que me gustan y lo que sea que me pasa en ese momento y tengo ganas de compartir. Estos días me encuentran movilizada por algo que tal vez algunos vean como trivial. Con Eli, mi hijo mayor, estamos a 20 páginas de terminar el último libro de la saga de Harry Potter. Varias veces conté de esta tradición que empezamos hace ya cuatro años: leíamos un libro y al terminarlo veíamos la peli correspondiente. Fue un proceso lento, nos turnamos leyendo una página cada uno y así, despacito y disfrutando, fuimos avanzando de a 5 o 10 páginas por día. Harry Potter se convirtió en un lazo que me unía a un hijo amante del fútbol. Transformó nuestro vínculo y nos hizo aprender un lenguaje que sólo compartíamos él y yo. Leer es parte de mi ADN y hoy siento que también lo es de mi chinito. Hace casi un año que se enganchó mucho leyendo solo, y ya empieza a darse cuenta qué géneros son sus preferidos. A esta altura los de Book Depository nos deben amar; venimos con un ratio de un libro leído cada diez días, y yo feliz de poder acompañarlo en el mejor de los mundos: el de la literatura. Ayer decidí hacerle este regalito. Es el símbolo de las reliquias de la muerte. El triángulo representa la capa de invisibilidad, la línea recta la varita de saúco y el círculo es la piedra de la resurrección. Para quienes no leyeron el libro puede tener una connotación poco feliz. Pero la sonrisa que se le dibujó a Eli cuando ayer lo vio en su biblioteca demuestra todo lo contrario. Antes de irse a dormir me dijo “Me gustó mucho el cuadrito, pero lo que más me gustó es que lo hayas hecho vos”. Con la garganta hecha un nudo y los dedos un poco temblorosos hoy cierro este capítulo de la historia de una mamá muggle orgullosísima de su gran hijo mágico.

Harry Potter

Las reliquias de la muerte